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miércoles, 17 de noviembre de 2010

SALE EL ESPECTRO, DE PHILIP ROTH

La degradación del cuerpo. Cuando de repente entramos en la incoherencia de nuestras necesidades y posibilidades físicas. La memoria, el amor, el deseo sexual. El deseo de ser joven otra vez.
Nuevamente volvemos a encontrar a Nathan Zuckerman, el personaje – escritor, suerte de alter ego de Philip Roth, que ya ha transitado en muchas de su novelas. Esta vez en ‘Sale el espectro‘, quizás a manera de despedida, Zuckerman es un hombre viejo y cansado que ha regresado a Nueva York para consultar a un médico urólogo, especialista en la incontinencia de los hombres, mal que padece el escritor tras una operación de la próstata. Él cree que la solución pasa por una inyección de colágeno en busca de lo que él, en el fondo, desearía que fuese una especie de “restitución del cuerpo”, a entender de José María Guelbenzu, en un artículo publicado en el diario El País.
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4 comentarios:

  1. Descubro a través de esta lectura a un gran escritor que agradezco haber conocido por el reto intelectual que para mí ha supuesto enfrentarme a su obra. Una lectura en que se mezclan dos tiempos: el "ya no" cuando aún era un "todavía no" y el "todavía no" que ya es un "ya no". ¿Es Richard el joven Nathan?
    Un libro sobre la decrepitud, sobre el deterioro físico y mental que implacable e inexorablemente provoca la vejez. Pero no se trata sólo del deterioro humano sino también del deterioro de la literatura. El advenimiento a una época en la que todo se compra y se vende aun a costa de la pérdida de la calidad.
    Un libro complejo, tal vez demasiado intelectual

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  2. Yo creo que el eje central del libro es la decrepitud que conlleva la vejez. Pero luego hay otros temas importantes que están también en esta historia. El más importante es el deterioro de la literatura. El morbo, el afán de conocer los pormenores de la vida de los autores hacen que la calidad de algunas obras pase desapercibida. Creo que debe existir una ética que impida dar a conocer los aspectos de una vida que el escritor quiera mantener ocultos.
    También está el retrato del contraste entre la vida rural y la vida en la metrópoli, el reflejo del vértigo de la sociedad neoyorkina…

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  3. Los miembros de la tertulia literaria del Jorge Guillén, tras la reunión del martes 23 de noviembre de 2010, resaltaríamos los párrafos siguientes:

    “Te marchas mientras otros, lo cual no tiene nada de asombroso, se quedan atrás para seguir haciendo lo que siempre han hecho, y, cuando regresas, te sientes sorprendido y emocionado por un momento al ver que siguen ahí y, también, tranquilizado, porque hay alguien que se pasa toda la vida en el mismo pequeño lugar y no siente ningún deseo de irse”. (pág.33)



    “Hubo un tiempo en que las personas inteligentes utilizaban la literatura para pensar. Esa época está llegando a su fin. Durante las décadas de la guerra fría, en la Unión Soviética y sus satélites europeos orientales se expulsaba a los escritores serios de la literatura; ahora, en Estados Unidos, es a la literatura a la que se expulsa como una seria influencia sobre la manera de percibir la vida. Los usos predominantes que se da ahora a la literatura en las páginas culturales de los periódicos progresistas y en las facultades universitarias de lengua y literatura inglesas están tan destructivamente en desacuerdo con los objetivos de la escritura imaginativa, así como con las recompensas que la literatura otorga al lector de mente abierta, que sería mejor que ya no se diera a la literatura ningún uso público”.

    “Todos nosotros somos ahora unos “ya no”, mientras que la excitada mente de Richard Kliman cree que su corazón, sus rodillas, su cerebro, su próstata, el esfínter de su vejiga, todo su cuerpo es indestructible y que él, y sólo él, no está en manos de sus células. Creer tal cosa no es un gran logro para quienes tienen veintiocho años, ciertamente no lo es si saben que están llamados a la grandeza. Ellos no son unos “ya no”, no pierden facultades, no pierden el control, no se ven vergonzosamente desposeídos de sí mismos, marcados por la privación y experimentando la rebelión orgánica emprendida por el cuerpo contra los viejos; ellos son “todavía no”, sin la menor idea de la rapidez con que las cosas se tuercen”. (pág. 225)

    “También había llegado al final de mi capacidad de protegerme, y lo supe cuando la única posibilidad de protegerme consistió en desaparecer…
    …También es sorprendente que la destreza y el éxito que has tenido, sean los que fueren, hallen su consumación en el castigo de la inquisición biográfica. El hombre que domina las palabras, el hombre que crea los relatos durante toda su vida, al morir acaba recordado, si es que se le recuerda, por un relato inventado acerca de él, acerca de la bajeza que había mantenido oculta descubierta y descrita con inflexible franqueza, claridad, certeza de sí misma, con grave preocupación por los aspectos más delicados de la moralidad y con una delectación no menos considerable”. (pág. 239-240)




    “No hay en el mundo lugar más mundano que Nueva York, llena de toda esa gente con sus móviles que van a restaurantes, tienen aventuras románticas, consiguen empleos, leen noticias, son consumidas por las emociones políticas, y yo había pensado en volver allí desde el lugar donde había estado viviendo, residir de nuevo en la ciudad reencarnado, aceptar todas las cosas de las que había decidido prescindir, y en cambio, como en una vieja película acelerada, estuve de paso el más breve de los momentos, solo para abandonarla y volver aquí”. (pág. 243)

    “Estoy hablando con una persona sometida a una disciplina casi inhumana, un ser racional que ha perdido todo sentido de la proporción y ha entrado en un círculo desesperado de deseos irrazonables. No obstante, en eso consiste vivir, ¿no es cierto? En eso consiste fraguar una vida. Sabes que tu razón puede volver a imponerse en cualquier momento… y si lo hace, ahí está la vida y la inestabilidad que comporta. La suerte de todo el mundo: la inestabilidad”. (pág. 253)

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  4. NUESTRA PRÓXIMA REUNIÓN SERÁ:

    MARTES 14 DICIEMBRE 2010, A LAS 17:00 H.

    COMENTAREMOS…

    La semilla del diablo, de Ira Levin.

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