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martes, 20 de febrero de 2018

CINE-FORUM: MYSTIC RIVER, de Clint Eastwood

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En el IES Jorge Guillén de Torrox, en una agradable tarde de febrero, después de una noche de lluvia, nos reunimos los componentes de las tertulias que cada mes se celebran en la Biblioteca Remigio Aguayo para ver y comentar una película, Mystic river de Clint Eastwood.

La mayoría conocía esta historia y era la segunda o tercera vez que veía la película. Para otros, ha sido un descubrimiento unánimemente interesante.

Durante la proyección, he mirado las expresiones de mis compañeros de mesa de camilla y he encontrado indignación, impotencia, amargura, tristeza... Porque Mystic river es una película, entre otras cosas, de sentimientos. Se refleja la venganza, la mala conciencia, la depravación, el rechazo a los débiles, el valor de la apariencia, el darwinismo social en el que solo los fuertes sobreviven. Pero, ante todo, la película denuncia la patología de esa sociedad americana hipócrita, puritana, que es capaz de perseguir a quien bebe en la calle pero que aplaude a quien almacena armas en su domicilio.
Es una sociedad capaz de eliminar todo lo que "sobra" con tal de proyectar una imagen de éxito, de felicidad, de "normalidad" y es por eso que hay que transmitir la sensación de que todo se controla, de que "quien la hace, la paga", aunque tras ese orden aparente se escondan multitud de errores, de injusticias. Y, lo más exasperante, es el papel que ciertas instituciones juegan en ello. (Pensemos en el protagonismo que tiene en la película la Iglesia...)

Creemos que el trabajo de Clint Eastwood es inmejorable. Ha sido capaz de esconder sus tendencias políticas y rodearse de los mejores profesionales para dar vida a estos personajes, independientemente de la ideología de cada uno. Nadie podría haber interpretado mejor a cada uno, porque son actores que no representan un papel sino que son ellos mismos, realmente, los personajes que encarnan. Se meten tan dentro de su trabajo que no parece que estén actuando. Merecidísimos los premios recibidos por Sean Penn y Tim Robbins. Pero además hay un maravilloso trabajo de dirección en el cuidado de ese lenguaje cinematográfico capaz de dar a cada escena la iluminación y el marco necesarios para que la historia nos cuente aún más cosas con estos elementos que con las palabras. Hay autenticidad en cada detalle, en cada personaje, incluso en ese tendero que ya intervino junto a Eastwood en El bueno, el feo y el malo, Eli Wallach. Y, ¿qué decir de ese poli negro que más que un actor es un policía auténtico?

Genial la interpretación de la mujer de Jimmy que condensa en los últimos momentos de proyección toda la filosofía que antes he mencionado. Sibilina, manipuladora, animando al matón a seguir siéndolo porque hay que mantener el orden caiga quien caiga y porque solo vale la fuerza en un mundo en el que los débiles estorban y han de ser eliminados.

Tal vez tengamos algo que objetar sobre el personaje de la mujer de Dave, que está un poco sobreinterpretado. Le sobran muecas, ñoñería y, si bien es cierto que no nos ha despertado mucha simpatía, también es comprensible su reacción de duda, de desconfianza, porque siempre desconfiamos de las personas marcadas, porque nos asustan los traumas, las debilidades.

Y, como no podía ser de otro modo, ahí está ese desfile lleno de música, color y banderitas americanas porque eso es lo importante: que todo continúe, que nadie cuestione nada más, "que siga la fiesta".

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