Nuestra biblioteca, previamente decorada con motivos flamencos, se convirtió en testimonio de unos momentos emotivos, familiares, acogedores y gratificantes. Todos los asistentes, que fueron muchos y escogidos, supimos crear un clima cálido y agradable en el que cobró vida ese duende que nos visitó a ritmo de fandangos, bulerías y peteneras.
Terminamos la sesión con unas sevillanas, con las que algunas se arrancaron a bailar, movidas por la alegría y confianza que nos envolvía.
Después, contentos y agradecidos, tomamos unas tapitas, conversamos, brindamos y compartimos un sabrosísimo bizcocho decorado con lunares y peineta.
Un día inolvidable.
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