Siria, sí. “Otra vez con lo mismo”,
pensarás. “A mí qué me importa lo que ahí pase, no me afecta”. “¡Qué pesados
todos con lo mismo!” “Que si refugiados, que si atentados…”
Puedes mostrarte indiferente,
apático, si es lo que quieres, pero antes déjame contarte…
Déjame contarte que miles de
personas son asesinadas junto a sus viviendas cada día. Que cada día, los que
han podido sobrevivir, viajan a países vecinos o lejanos pidiendo dormir a
salvo, fuera de su país, de sus casas probablemente destruidas; buscando tan
solo un refugio temporal en el que sentirse protegidos, para no ver cómo todo
aquello que tenían desaparece o vuela por los aires; huyendo de un país casi
sin edificios, sin niños que puedan ir a la escuela. Porque esos niños son
vidas destrozadas, sin futuro, y, si salen adelante, les será muy difícil
porque están perdiendo años de educación, porque muchos no saben ni siquiera lo
que es un colegio.
Desde aquí pensamos que no nos
afecta, pero al fin y al cabo, sí nos afecta a todos de una manera u otra. Lo
que está sucediendo hoy en Siria es una tragedia, la mayor tragedia del siglo
XXI. Se bombardean hospitales, campamentos de personas refugiadas. Y, mientras
nosotros estamos tranquilos en nuestras casas jugando a la Play, en Siria se
está librando una batalla incontrolable. Incontrolable porque hay quien se
beneficia de la guerra, porque vivimos en un mundo injusto. Un mundo lleno de
gente egoísta, insensible e hipócrita. Un mundo lleno de personas que no están
dispuestas a renunciar a una porción de su buena vida.
Solo queremos que el mundo tome
conciencia de que el terrorismo y la guerra son la mayor crisis que puede
existir. Solo queremos que todos se pongan en el lugar de esos inocentes
afectados y de esos padres que sufren viendo cómo sus hijos se quedan sin nada,
viendo cómo les arrebatan todo lo que un día lucharon por conseguir.
Piensa por un momento en tu hogar
destruido, en tu familia muerta a tu alrededor y tú sin tiempo ni siquiera para
llorarles, porque hay que huir, porque volverán los que matan, volverán las
bombas, el fuego, el miedo, el dolor. Volverá el horror, pero tu familia, no.
¿Te gusta esa sensación?
Déjame contarte cuántos conflictos
mueven esta guerra. Una guerra en la que, como en todas, se sacrifican vidas
por absurdos intereses.
La gente llora y reza por París, por
Berlín, por Bruselas. Pero, ¿qué pasa con Siria? ¿Acaso la vida de un
occidental vale más que la de un sirio?
Déjame explicarte, aclararte cosas,
para que no te sea indiferente.
Tenemos que ayudar, porque nadie
merece vivir con miedo.
Hay que acoger a los refugiados
simplemente porque es nuestra obligación, porque no tienen dónde ir, porque
todos somos personas y deberíamos tener los mismos derechos, porque Siria se
muere de frío y hambre.
Hay que ayudar porque la paz es
mucho más que no estar en guerra. La paz es estar en armonía, respetando sin
miedo todas las opiniones. La paz es algo que todo el mundo se merece.
Alumnado de 4º ESO
de Filosofía.